lunes, 26 de octubre de 2009

La saranda del ciego

Sobre un sendero a la vera del río caminamos. Con el sol mediocre e incipiente, nos paramos en el orígen de nuestro tiempo, nuestra crónica psicodramática de un simple recolector de minerales. Allí es donde comienza la vida; en una pestaña de agua colocamos nuestra saranda nueva y reluciente, comprada en cualquier almacén de barrio El primer trayecto parece fácil: aguas quietas y sumisas, aguas ciegas, sordas y mudas, que no presentan ninguna dificultad. Pasa el tiempo y el camino se entorpece. Comienzan los saltos de agua, alguna que otra alimaña ronda nuestra pierna izquierda, dejándonos una marca inborrable; de dolor insoportable y una fiebre que calienta brasas. Así mismo estamos contentos con nuestro botín. Ya no importan las heridas recibidas si la saranda esta llena de pepitas de oro, que, de una u otra forma, van a servirnos de anestecia. Llenos de abaricia seguímos adelante, falta muy poco para contemplar de rodillas el ocaso, y el inmenso mar.
Estamos ya exaustos, y desde la retina hasta la planta de los pies conocemos el camino, pero en un trecho sumamente peligroso y turbulento nos es difícil avanzar. El apaleado filtro de madera cobrara forma de almeja si sigue soportando la corriente. Con las venas derretidas como vela en noche de tormenta, y el corazón entre ceja y ceja llegamos a la desembocadura. Ansiosos por ver, contar, re contar nuestro botín, nos damos cuentas que en el fondo del recipiente solo hay un par de burdas piedras opácas, y no podemos creer que el tesoro se haya dispado de esa forma de nuestros dedos.
Quizá todo lo que brillaba allí dentro no era oro,si no cotillón barato, vestido de purpurina berreta. En cambio las obsenas piedras tenían un precio invaluable, pero tarde nos dimos cuenta. En fin, la vida es un colador.

3 comentarios:

  1. A pedido de la chica que brilla en el cielo, eternamente.

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  2. Lucy? mandale un saludo :)
    Sos genial, simplemente...
    te encontré acá tambien!

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  3. Sin tí, las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las emociones de ayer.

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